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Un chip en el cerebro: las implicancias del anuncio de Neuralink

March 04, 2024 La Tercera Audio
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Un chip en el cerebro: las implicancias del anuncio de Neuralink
Mar 04, 2024
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En 2016, el ya omnipresente multimillonario Elon Musk anunció la creación de Neuralink, una empresa que tendría la misión de desarrollar tecnología que sirviera como interfaz entre el cerebro humano y un computador, con el fin de ayudar a los pacientes con enfermedades neurológicas a alcanzar una mejor calidad de vida. Buscando perfeccionar un implante cerebral que tradujera las señales neuronales hacia una máquina que ejecutara los movimientos deseados, la compañía experimentó por años con modelos animales, principalmente primates, pero también cerdos y ovejas.
Los intentos fallidos y la eutanasia de algunos de sus sujetos han sido fuente de controversias, animadas por grupos que han llegado a demandar a la compañía. Por su lado, la empresa ha exhibido sus avances con satisfacción. Hace dos años sorprendió al mundo con el video de Pager, un macaco de 9 años a quien se le implantaron dos chips, uno a cada lado del cerebro. Con ellos, Pager podía jugar al clásico juego computacional “Pong” controlando sus jugadas sólo con su cerebro. 
En mayo del año pasado, Neuralink alcanzó un hito al lograr la aprobación de la FDA, el organismo regulador de Estados Unidos, para iniciar pruebas clínicas en sujetos humanos. Y hace un par de semanas el propio Elon Musk publicó un anuncio que marcó otro hito: “el primer humano ha recibido un implante de Neuralink y se está recuperando bien”, escribió. Aunque no se conoce la identidad de ese primer paciente, la compañía informó que esta primera intervención tiene como objetivo estudiar la seguridad y efectividad del implante, así como también el procedimiento quirúrgico necesario para situarlo en el cerebro de la persona, que combina la acción humana del cirujano que debe realizar una perforación en el cráneo del paciente, y la acción robótica de una máquina llamada “R1”, que se hace cargo de la conexión de los miles de cables del chip en el cerebro.    
El anuncio de Musk fue recibido con asombro, pero también sirvió para darse cuenta de que en este campo su compañía está lejos de ser la única: al día siguiente China anunció que estaba trabajando en su propio implante para servir de interfaz entre cerebro y computador, y dijo que sus primeros productos estarían disponibles a principios del próximo año. 
La carrera por intervenir el cerebro humano con tecnología parece haber entrado en una nueva etapa. Mientras representa una esperanza por su potencial terapéutico para millones de pacientes, también estimula la preocupación y la reflexión sobre qué tipo de intervención podremos en el futuro hacer en nuestros propios cerebros y a dónde estamos dispuestos a llegar. 
Para conocer más sobre las bases científicas de estas intervenciones y sus implicancias, hoy conversamos con el doctor César Ravello, investigador del Centro Basal Ciencia & Vida de la Universidad San Sebastián. 

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En 2016, el ya omnipresente multimillonario Elon Musk anunció la creación de Neuralink, una empresa que tendría la misión de desarrollar tecnología que sirviera como interfaz entre el cerebro humano y un computador, con el fin de ayudar a los pacientes con enfermedades neurológicas a alcanzar una mejor calidad de vida. Buscando perfeccionar un implante cerebral que tradujera las señales neuronales hacia una máquina que ejecutara los movimientos deseados, la compañía experimentó por años con modelos animales, principalmente primates, pero también cerdos y ovejas.
Los intentos fallidos y la eutanasia de algunos de sus sujetos han sido fuente de controversias, animadas por grupos que han llegado a demandar a la compañía. Por su lado, la empresa ha exhibido sus avances con satisfacción. Hace dos años sorprendió al mundo con el video de Pager, un macaco de 9 años a quien se le implantaron dos chips, uno a cada lado del cerebro. Con ellos, Pager podía jugar al clásico juego computacional “Pong” controlando sus jugadas sólo con su cerebro. 
En mayo del año pasado, Neuralink alcanzó un hito al lograr la aprobación de la FDA, el organismo regulador de Estados Unidos, para iniciar pruebas clínicas en sujetos humanos. Y hace un par de semanas el propio Elon Musk publicó un anuncio que marcó otro hito: “el primer humano ha recibido un implante de Neuralink y se está recuperando bien”, escribió. Aunque no se conoce la identidad de ese primer paciente, la compañía informó que esta primera intervención tiene como objetivo estudiar la seguridad y efectividad del implante, así como también el procedimiento quirúrgico necesario para situarlo en el cerebro de la persona, que combina la acción humana del cirujano que debe realizar una perforación en el cráneo del paciente, y la acción robótica de una máquina llamada “R1”, que se hace cargo de la conexión de los miles de cables del chip en el cerebro.    
El anuncio de Musk fue recibido con asombro, pero también sirvió para darse cuenta de que en este campo su compañía está lejos de ser la única: al día siguiente China anunció que estaba trabajando en su propio implante para servir de interfaz entre cerebro y computador, y dijo que sus primeros productos estarían disponibles a principios del próximo año. 
La carrera por intervenir el cerebro humano con tecnología parece haber entrado en una nueva etapa. Mientras representa una esperanza por su potencial terapéutico para millones de pacientes, también estimula la preocupación y la reflexión sobre qué tipo de intervención podremos en el futuro hacer en nuestros propios cerebros y a dónde estamos dispuestos a llegar. 
Para conocer más sobre las bases científicas de estas intervenciones y sus implicancias, hoy conversamos con el doctor César Ravello, investigador del Centro Basal Ciencia & Vida de la Universidad San Sebastián.